Los niños con este trastorno, poseen una forma de vocalizar diferente acompañada de una pobreza semántica y gramatical.
Es el trastorno específico del lenguaje más habitual, tanto entre autistas, como no autistas, y, a veces, es difícil de diferenciar, en casos leves, del retraso simple del lenguaje. Se expresa por una pobreza semántica y gramatical, acompañada de una vocalización deficiente, lo cual condiciona un lenguaje poco inteligible sobre todo para los adultos no familiarizados con su forma de hablar. Si bien la comprensión está más o menos alterada, el trastorno se manifiesta especialmente como un déficit expresivo.
Los niños que poseen este trastorno, tienen dificultades de comprensión cuando el enunciado incluye estructuras sintácticas complejas, es largo o se presenta descontextualizado. La fonología está alterada en la vertiente expresiva; los errores fonológicos (omisiones, distorsiones y sustituciones) afectan a la inteligibilidad. El nivel de vocabulario expresivo es reducido bastante reducido en la mayoría de los niños que sufren este problema.